¡Hola enana!
¿Sabes? El otro día me acorde de
ti. Abrí ese cajón en el que mamá guarda todas esas fotografías de cuando era
pequeña y te vi tan sonriente con tanta vitalidad y con tantas ganas de comerte
el mundo que se me llenaron los ojos de lágrimas. Me di cuenta que estaba
empezando a echar de menos esa época en la que un simple abrazo de mamá cuando
me caía me hacía la más feliz del mundo. Me di cuenta como me gustaba descubrir
que si apretaba los botones de la lavadora esta se ponía en marcha y la poca
ilusión que me hace ahora descubrir cosas que en aquella época no tenía ni idea
de su existencia. Echo de menos ir de la mano de los yayos a la salida del
colegio, contándoles las aventuras de mi imaginación. Seguro que si ahora lo
hiciera el abuelo no sabría casi ni de que le hablo, ya que esta con alzhéimer
y la abuela bueno pues murió el invierno pasado… a ella también le echo de
menos.
Pequeña, perdóname por haberte
abandonado tanto tiempo, por haberte dejado perdida en el baúl de los recuerdos
pero ahora mismo que te noto igual de cerca que cuando tenía cinco años prometo
no dejarte tirada, abandonada y sola.
Prometo llevar siempre en la cara esa sonrisa y echarme esas carcajadas
que siempre te han caracterizado mirar al futuro con optimismo y con ganas de
luchar por todo lo que me proponga al igual que hace 10 años que si querías un
caramelo protestabas hasta que lo tenías. Gracias por haberme enseñado a disfrutar
de la vida pero sobre todo gracias por haberme cuidado durante 16 años ahora me
toca a mí, prometo cuidarte por el resto de mi vida y solo me queda decirte una
cosa: Te quiero.
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