
jueves, 7 de mayo de 2015
TERAPIAS ALTERNATIVAS (Paula Villán Centelles)
Todo era nuevo para mí, parecía
que todo había cambiado, no conocía a nadie y esa nueva casa era fría, húmeda
no conseguía adaptarme a ella por más que lo intentaba, era extraño, estaba
incómodo con mi vida. ¿Por qué había cambiado? ¿Por qué no recordaba nada de lo
vivido anteriormente? ¿Cómo había llegado hasta allí? Aquel día frío del mes de
Diciembre me encontraba de camino al médico por las estrechas calles de
Zaragoza acompañado de una mujer la cual me había ayudado a prepararme, me
había puesto el gorro y la bufanda para que no tuviera frío y me llevaba en una
especie de silla. Al llegar a la consulta el médico me saludaba como si me
conociera de toda la vida, la verdad que no entendía nada, empecé a pensar que
estaba perdido en mi propia vida. Obedeciendo al médico me coloqué un artilugio
desconocido para mí, el cual el médico llamó cascos y emitía un sonido, música.
Me dijo que cantase todo lo que escuchase. Le puse mala cara pero en cuanto me
concentré empecé a cantar como si me conociera esas canciones de toda la
vida, como si no fuera la primera vez
que las escuchaba. Y ahí fue donde me di cuenta de todo, yo era un hombre mayor
de 80 años, al que le habían diagnosticado Alzheimer, había perdido la memoria
y ya no reconocía ni mi casa, ni a mis hijos, ni a mi mujer casi no me conocía ni
a mí mismo. Necesitaba ayuda para vestirme para comer y ya no podía ni andar ni
por mí mismo. Fue un breve momento en el cual recordé todo, pero sin duda un
bello instante de felicidad en el que pude dar gracias a mi esposa por todo lo
que estaba haciendo por mí.

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