EL INQUIETANTE HALLAZGO DE LA VIRGEN DEL PILAR (Jorge
Miguel Ramos Lisbona)
Muchos años después, frente a la
puerta del sospechoso, yo, el detective Ramos Lisbona había de recordar aquella
tarde remota en que mi padre me llevó a ver la estatua de la Virgen por primera
vez; ahora, años después de su desaparición, por fin habíamos descubierto la
identidad y el paradero del responsable, Alex Jiménez, alumno del colegio
salesiano relacionado además con la desaparición de una alumna, a la cual
acosaba según testigos.

La violenta sacudida que la
policía nacional propinó a la puerta disipó estos pensamientos, y me devolvió a
la realidad. La puerta cedió y nos aventuramos en aquella casa en la que
reinaba un olor extraño y en la que esperábamos encontrar la imagen, y en el
peor de los casos, a la chica. Los agentes fueron invadiendo la casa y
registrando todas aquellas habitaciones vacías, salvo la última; estaba cerrada
con varios candados pero cedió igualmente. Entonces aquel olor extraño, que
parecía traer consigo la palabra muerte cobró sentido, pues ante nosotros se
alzaba una bañera donde flotaba blanca, en aquella peste que era formol, el
cadáver de la chica y en un estante sobre la bañera estaba la imagen de la
Virgen, mancillada, con una cruz de sangre pintada. De repente, un enorme frenazo
en el exterior y un mal presentimiento me obligaron a salir de la habitación
apresuradamente buscando una ventana.
Según la versión de los agentes
que se encontraban en el portal, al verlos, el sospechoso trato de huir y, al
cruzar a la otra acera corriendo, como alcanzado por una justicia divina,
encontró la muerte en el parachoques delantero de un autobús.
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